Placa dentaria
Para que las bacterias puedan producir su acción estructura en el diente han de estar íntimamente adheridas a su superficie; ello lo consigue por la existencia de la denominada placa dentaria, constituida por productos químicos pegajosos procedentes de la saliva y residuos alimentarios.
La eliminación de la placa bacteriana se puede realizar de forma sencilla mediante una correcta técnica de cepillado, además de emplear una serie de elementos que ayudan a mantener la higiene en zonas de difícil limpieza (seda dental, cepillos interproximales, etc.), y a identificar las zonas donde se precisa una mayor insistencia (reveladores de placa)
Bacterias (microorganismos)
Son gérmenes capaces de transformar los hidratos de carbono (azúcares) de los alimentos ingeridos en ácidos, el cual produce una desmineralización progresiva del diente que va destruyendo los tejidos duros del mismo reblandeciéndolos.
El objetivo de un buen cepillado es la eliminación de la placa bacteriana sin dañar los dientes ni los tejidos blandos de la boca. En toda técnica de cepillado se deba seguir un orden para no olvidar la limpieza de ninguna zona.
Se puede comenzar limpiando la cara vestibular de los dientes (la que está en contacto con las mejillas y labios). Una vez limpia esta cara se puede continuar limpiando la cara lingual (la que mira hacia la lengua), en la cara inferior, y la cara palatina (la que mira hacia el paladar), en la arcada superior.
Por último, se limpiarán las caras oclusales del diente (las que sirven para masticar).
Se deben cepillar también la lengua y los carrillos.
Es la técnica más recomendada por su sencillez y eficacia para lograr una correcta limpieza.
Se coloca el cepillo en 45º con respecto al eje mayor del diente, de forma que las cerdas penetren suavemente en el espacio entre encía y diente y se realizan movimientos de vaivén de unos 2 mm.
Este cepillado se practicará en todas las caras de los dientes. La superficie que sirve para masticar se cepillará con movimientos circulares.